¿Pero por qué cree que se ha creado entonces tanta polémica en torno a la nueva normativa?
Pues yo creo que, efectivamente, hay temas muy polémicos, como todo lo relacionado con la definición de ‘gran propietario’. Yo solo tengo ésta donde vivo, pero una persona que puede tener cinco viviendas o más por diferentes situaciones familiares, por ejemplo una herencia, o porque ha ido invirtiendo todos los ahorros de su vida en ladrillo para su jubilación, lo que no puede ser es que se la compare y se la meta en el mismo saco normativo y fiscal, etc, que a un fondo.
Y luego hay otros asuntos polémicos o que han despertado muchas dudas e inquietud, como la cuestión de las ‘zonas tensionadas’. Y aquí es donde aflora inmediatamente la necesidad de llegar a consensos y a acuerdos básicos entre las distintas administraciones.
¿Y entonces qué se puede hacer ahora con la nueva Ley?
Pues, sin duda, yo creo que el Gobierno que gane este domingo las Elecciones tendrá que hacer modificaciones importantes en la nueva normativa de vivienda. Gane quien gane, porque se trata de un valor y un derecho fundamental. No se trata de algo ideológico, porque en el entorno en el que yo más me muevo de personas progresistas, he oído críticas muy parecidas.
¿Qué opina de la ‘okupación’ y la ahora llamada ‘inquiokupación’?
Yo creo que el debate de la okupación de viviendas está bastante distorsionado. Y esa distorsión provoca que paguen justos por pecadores, porque se está generando una gran desconfianza hacia aquellos que encuentran enormes dificultades por acceder a una vivienda en alquiler. Por no hablar de la dimensión del precio del alquiler en nuestro país, que está completamente disparado.
¿Y qué cree que se podría hacer para solucionar el problema del precio del alquiler en España?
Pues yo creo que no es algo fácil de resolver a corto plazo. Hace poco leí el análisis de un experto y decidido defensor de las políticas de alquiler y decía que harían falta no menos de 20 años para alcanzar el parque de viviendas de alquiler que necesitamos en España, y eso con todos los factores a favor. A veces me he preguntado si no sería más adecuado, desde el punto de vista social, articular ayudas directas, más que el intentar limitar o marcar topes de precios. Por ejemplo para los jóvenes. Lo que ocurre es que luego esas ayudas no llegan bien a los colectivos que tienen que llegar, porque es mucho más complejo de lo que parece, por las trabas burocráticas y el desconocimiento o por dificultades de acceso a los canales administrativos.
¿Y cómo podemos ponérselo precisamente más fácil a los jóvenes?
Pues como digo, quizá con ayudas directas, pero con mecanismos bien articulados, para facilitar su acceso y poder asegurar que de verdad lleguen a quienes tienen que llegar. Hoy en día, en nuestro país, tenemos más ayudas las personas mayores que los jóvenes y eso no me parece justo. El paro juvenil alcanza el 30% y tenemos que tener más en cuenta esta realidad. Creo que sería importante reconvertir el concepto de vivienda para lograr un cambio de mentalidad. Necesitamos políticas de vivienda que faciliten el paso del alquiler a la compra de una vivienda, porque los jóvenes al principio alquilan, pero cuando forman una familia, sus necesidades y percepciones cambian y quieren algo en propiedad.
Tenemos escasa oferta inmobiliaria, precios disparados, las promotoras y empresas del sector se quejan de la incertidumbre económica, jurídica y fiscal, y la patronal y los sindicatos de la construcción dicen que falta mano de obra cualificada para poder hacer más viviendas, ¿qué se puede hacer con todo este ‘cóctel molotov’?
Pues es un tema complejo, como digo, que no tiene solución en el corto o medio plazo, pero que hay que empezar a resolver desde ahora y de alguna manera. Sobre la falta de mano de obra cualificada, yo me sorprendo de que los empresarios se sorprendan de que no tienen trabajadores en la construcción y lo voy a explicar. En la época del boom de la construcción ya estuvimos hablando de esto y entre otras cosas, la Fundación Laboral de la Construcción nació con ese objetivo hace ya más de 25 años, para formar al mayor número posible de trabajadores del sector.
Entonces lo que no es aceptable es que la historia y los problemas se vuelvan a repetir. Porque ya nos ocurrió y al final hubo que recurrir a trabajadores de fuera. Y, además, es que ahora hay recursos. Es que la construcción tiene ahora una segunda vida, que puede ser fastuosa, por la rehabilitación de edificios, por ejemplo. Y hay recursos para la transformación verde. Y luego también la construcción puede abordar los procesos de digitalización. Pero todo eso hay que verlo en profudidad, preverlo y abordarlo.
Yo creo que habría que potenciar y reforzar la Fundación Laboral de la Construcción para que se pudieran formar más trabajadores al año y que se planteara un plan para atraer más jóvenes al sector. y que las administraciones públicas reconozcan que es necesario impulsar la formación para recuperar oficios.
Tengo entendido que la patronal y los sindicatos del sector han intentado implicar a la Administración y al Gobierno para tender puentes y abrir líneas de colaboración…
Sí, sí, pero la Fundación Laboral tiene la dimensión que tiene y con todos sus centros y estructura llega a formar a unos 80.000 trabajadores al año, que no es moco de pavo, pero con el apoyo de la administración correspondiente, a lo mejor se podría llegar a 300.000, y cubrir así la demanda de trabajadores que existe y más con la cantidad de trabajo que hay ahora también con la rehabilitación energética.
Todo esto es la pescadilla que se muerde la cola: no hay suelo, no hay mano de obra cualificada para construir viviendas, no hay seguridad jurídica… Por eso es tan importante conseguir consensos en estas cuestiones tan básicas e importantes.
¿Qué opina de los fondos?
Tengo una opinión muy negativa de ellos, aunque es cierto que siempre se piensa que detrás de ellos hay multimillonarios del petróleo, etc y detrás de algunos de ellos hay fondos de pensiones de trabajadores, como el de los Bomberos de San Francisco, etc, pero estos fondos necesitan una regulación específica, porque una cosa es buscar una rentabilidad y otra muy distinta es la especulación a toda costa.